miércoles, 12 de agosto de 2009

Q.E.P.D.

Hoy falleció mi ratoncito.

Verlo así, quietito, con los ojos entrecerrados, se superpuso con las imágenes de cuando aún respiraba vida, moviendo la naricita para buscar sus semillitas o sencillamente para saber quién andaba alrededor de la pecera...La última vez que lo miré salió de la casita, olió su comida pero volvió a esconderse. La última señal de que estaba por partir.
Aunque ya lo predecía por eso y por saber que la longevidad llegaba a su fin, al final se me llenaron los ojos de lágrimas.
Con mis hermanos lo enterramos atrás de un árbol del jardín, en una cajita de té con viruta y semillitas, para el viaje.

Siempre me pareció casi incomprensible el hecho de cómo un ser que late, se mueve, sufre, aprende, que está moviéndose constantemente; puede de un momento a otro, apagarse. Cómo es que se rinde ante el tiempo. Cómo en un instante existe, y en el siguiente ya no. Y sobre todo lo difícil que es aceptar que es un cambio irreparable, definitivo. El último instante, el último respiro y después, quietud, silencio.

La vida es abrumadora incluso en la muerte. El Universo lleva misterio incluso en sus instantes más fríos, efímeros.
¿Cuánto pesa la vida de un ratón para el Universo? ¿Cuánto pesa para este mundo? Pero sin embargo hay procesos que acompañan cada momento de su existencia y luego de su no existencia.
El movimiento de su nariz se transforma en movimiento en la tierra. Se deshace un ser y se transforma en otro...

Yace en tierra, cálido, en polvo de estrellas. En una cajita de té, en un jardín, en una casa, en un cielo, en el vacío. Y esa quietud allí. La misma que llenó mis ojos de lágrimas. La misma quietud incomprensible, definitiva.

Que en paz descanse entonces, mi ratoncito, en ella.



~.M.
Sic transi glori mundi


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martes, 14 de julio de 2009

Carpe Noctem~


Con el único sonido crepitante saliendo de mi computadora, acá estoy, dispuesta a escribir la primera de las reflexiones de este blog.

El Universo es tan vasto que no me alcanzaría una vida para hablar, pero sí puedo darle un espacio, para ir deshilvanando la magia detrás de la sencillez.

En principio, ¿por qué Carpe noctem y no Carpe diem?... El día puede considerarse tan prometedor como la noche pero sin embargo, nos lleva por delante. Es irremediable. En el día uno pasa ocupado en la enorme cantidad de cosas en las cuales nos abarrotamos la vida, quién sabe si en realidad porque no nos queda otra en este mundo en que nacimos, pero tanto es así que no hay tiempo ni silencio suficiente como para que sea posible ver más allá.
Pero sabemos que el ruido constante del ir y venir al que estamos acostumbrados parece atenuarse a medida que el Sol cae. Y cuando el ruido es rutina, menos ruido se puede parecer al silencio.
Así es que la noche quizás sea el momento más adecuado, lejos de perfecto, para detenernos ante el tiempo que corre y no nos avisa.


Entonces, aprovechen la noche pues el día no puede hacerse oír, porque nosotros gritamos más fuerte.


M.
Sic transi glori mundi
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Picture from:
http://photography.nationalgeographic.com/photography/enlarge/chandalar-aurora_pod_image.html